Blog Memorias de Atlántida. María José Vázquez Uceda

LA TIERRA VIVA

¡Hola querida Alma!

Hoy Jadesh la Atlante nos relata cómo la Madre Tierra se comunica con los seres que la habitan por medio de los Elementos de la naturaleza y cómo perciben los Atlantes lo que observan cada día en sus exploraciones en el joven planeta.

La Tierra, exuberante, se manifiesta con fuerza y belleza .

Gracias por estar ahí… ¡y un fuerte abrazo!

¡Qué pequeñas son mis manos en relación con todo lo que la vida ha querido darme!

Ramón J. Sénder (1902-1982)

En su juventud, la Tierra se comunicaba, se expresaba. Lo observado cada día nos sorprendía por su hermosura y también por su fuerza. El joven corazón de la Madre Tierra contrastaba con las manifestaciones que podíamos observar. Su Alma se mostraba intensa y vital.

La Tierra lo percibía todo en su ser. En ocasiones, el viento fuerte se calmaba y se convertía en una suave brisa, más templada. Primero, ella nos rozaba con delicadeza. Luego, nos atravesaba, divertida. En su mensaje, ella nos advertía: estaba preparada; sentía, observaba y amaba su mundo.

El agua, fresca y pura, fluía entre las rocas con fuerza, a veces con furia, creando cauces nuevos; otras, delicada y suave, redondeaba a su paso las rocas agolpadas en las torrenteras. Brotaba de manantiales que caían con fuerza en cascadas; profundas pozas recogían el continuo caudal. La generosa lluvia formaba nuevos veneros que eran filtrados en la esponjosa tierra. Ríos y lagos subterráneos incrementaban su caudal continuamente. El incesante borboteo del agua nos traía sus mensajes, su sabiduría y su conocimiento sobre el Alma.

La tierra, acogedora madre, germinaba impaciente las semillas recién caídas de árboles y arbustos, originando en muy breve espacio de tiempo parajes de extraordinaria espesura. El verdor brotaba de los sombríos y aportaba frescura, mientras que las flores pincelaban de mil colores la tierra con sutil encanto. Los árboles alargaban sus brazos hacia el cielo y entre sí mismos, entrelazándose en un abrazo sin fin.

El fuego manaba de su interior en estruendosas erupciones a través de enormes bocas abiertas en el suelo o en quebradas montañas. Transformaban día tras día el paisaje, arrasando todo y dejando a su paso una tierra negra y fecunda. En los rayos que caían del cielo, la Madre Tierra insertaba códigos lumínicos para la transmutación de aspectos dañinos que se habían generado en el área afectada. Atlantes especialistas comprendían este “idioma de fuego”, como ellos lo denominaban, para después comprobar que esa zona había modificado aspectos energéticos negativos que afectaban al nivel físico.

Es necesario transformar aquello que nos molesta o que ya es prescindible para el Alma. Los Sutiles y los Elementales advertían a la Madre de las alteraciones energéticas localizadas y ésta las subsanaba. La armonía necesita abrirse paso en cada espacio e integrarse en la Creación.

La Madre Tierra se comunicaba también por medio de elementos Etéricos. Su sabiduría interior se nos manifestaba de una manera clara y diáfana. Recibíamos mensajes relacionados con su Origen, reflexiones profundas sobre su evolución y sobre los acontecimientos diarios. Y preguntas, muchas preguntas.

Ante estos hechos, debíamos reunirnos y tomar decisiones. Nuestra presencia debía ser más respetuosa y sutil. Habitábamos un planeta amoroso que anhelaba crear Vida que condujera a la plenitud del desarrollo espiritual. Éste era el sentimiento de la Tierra, su compromiso consigo misma y con lo creado por ella hasta ese momento.

Nuestra labor debía continuar como cada día.

A veces, esta tarea, nos conducía a observar a la Madre Tierra desde fuera. Orbitábamos a su alrededor para descubrir posibles disarmonías en su campo electromagnético, su eje o su núcleo. Buscábamos prevenir cualquier fallo energético.

En la nave burbuja, a una cierta distancia de la Tierra, nuestro pensamiento se focalizó en la tarea. Percibíamos la información que nos transmitía la energía sutil que emanaba de las áreas que revisábamos. A través de la proyección etérica podíamos desplazarnos, si era necesario, para revisar cada lugar in situ.

Estos aspectos fueron adaptándose a las nuevas condiciones del planeta. En los niveles etéricos, el núcleo estaba configurado con forma de toroide de donde la energía fluía a mucha velocidad y generaba campos energéticos que envolvían el planeta. Ambos niveles, tanto el físico como el etérico, proporcionaban el equilibrio perfecto a la Tierra entre el núcleo, la superficie y la atmósfera. Los campos electromagnéticos envolvían el planeta y lo protegían de algunos tipos de rayos cósmicos, de otras emanaciones solares y de algunas fuerzas energéticas que circulan por el Universo. Éstas últimas, una vez generadas, se dispersan y pueden llegar a afectar a los planetas con los que se cruzan, distorsionan sus órbitas y afectan a sus campos electromagnéticos, incluso llegan a modificar el eje de rotación del cuerpo celeste.
En aquella ocasión nuestra tarea fue sencilla, el análisis nos indicó que todo iba bien. Decidimos observar a aquel Ser de corazón incandescente y pleno de Amor desde el espacio.
A nuestro regreso, casi amanecía en Atlántida. El firmamento mostraba su esplendor con un cielo repleto de estrellas y planetas. El horizonte comenzaba a clarear en tonos azules.

El silencio lo llenaba todo.

La frescura del ambiente invitaba a ello. Mientras recorría los círculos que conformaban la ciudad etérica de Atlántida, el Sol tuvo tiempo de comenzar a asomar por el horizonte, apuntando sus primeros rayos hacia nosotros. Mi ser se llenó de alegría. Un nuevo día comenzaba.

Lo que aún no sabía era que aquel día cambiaría mi vida, mi experiencia como Atlante, para siempre. El descubrimiento que estábamos a punto de hacer nos dejaría en shock… ¿Qué ocurriría a partir de ahora?


Hasta aquí la experiencia de hoy, donde Jadesh nos ha relatado los comienzos de la manifestación de la Madre Tierra y cómo percibían los Atlantes ésta vibrante época.


También, me gustaría decirte que durante el mes de Agosto no habrá publicaciones en el blog. La próxima edición de mi nuevo libro Las Alas del Alma, ocupa en estos momentos todo mi tiempo. El primer domingo de septiembre de 2024 volveré con un nuevo blog del Despertar de Conciencia y al siguiente domingo con una nueva publicación de este blog, Memorias de Atlántida.


Muchísimas gracias por estar ahí, por vuestros comentarios y muestras de cariño… !Hasta pronto¡

!Feliz verano¡


Blog Memorias de Atlántida. Mª José Vázquez Uceda

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María José Vázquez

Y acompaño a personas que se encuentran en un Despertar de Conciencia

Mi misión es ayudarte a desarrollar tus capacidades, amplificar tu propio conocimiento y comprensión sobre la Vida a través de los Registros Akáshicos, Terapia Fractal

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