¡Hola, querida Alma!
De vuelta a sus memorias Jadesh la Atlante continúa explicando los sentimientos que envuelven su fascinante experiencia en la Tierra y nos relata su labor en los primeros tiempos de la ciudad de Atlántida. También, nos explica cómo se configuran los equipos multidimensionales de las diferentes estirpes profesionales y el respeto y convivencia entre ellos.
Gracias… ¡y un fuerte abrazo!

Un guerrero de la luz comparte con los demás lo que sabe del camino. Al que ayuda, siempre lo ayudan y necesita enseñar lo que ha aprendido.
Paulo Coelho, Manual del guerrero de la luz.
La luz del Sol, en la obertura que interpreta cada amanecer, me fascinaba. Teñía el cielo de colores únicos y sus reflejos llenaban con multitud de tonos mi campo áurico. La vibración de cada color me envolvía con sensaciones que cada día cambiaban: ternura y consuelo, paz y felicidad… la pureza de la prístina atmósfera terrestre creaba reflejos iridiscentes, imposibles de reproducir e inundaba de alegría cada día de mi vida. Por ese motivo, me situaba al alba en el acantilado con la vista fija en el horizonte, justo donde la corona solar, brillante y regia, asomaba de entre las aguas del océano. El amanecer en la Tierra es el mejor regalo del Padre, es la esencia misma de su manifestación.

Nuestra vida, en aquel entonces, era apacible, rutinaria y tranquila.
Por la mañana, como cada día, acudía puntual a la reunión matinal en nuestra sede. Se trataba de un edificio cristalino, de paredes transparentes, hexagonal, coronado por cúpulas esféricas y ubicado en el penúltimo anillo de la ciudad. Orientada hacia el sol de la mañana, la transparente y diáfana sala donde tenía lugar la reunión me permitía seguir empapándome de aquella luz de tintes violeta y dorado y de la energía que, momentos antes, había disfrutado en el filo del acantilado sobre el océano. Los días solían ser claros y luminosos. Las flores que se abrían a la nueva mañana desprendían su intenso olor dulzón en el aire. A veces, las violentas erupciones volcánicas, que podían durar semanas, dejaban largas y espesas estelas de humo en el cielo y lo oscurecían.
La repetición de estos acontecimientos cotidianos suponían para mí una importante distracción.
La función de armonizador desarrolla una sinfonía perfecta de los elementos, que deben encajar como un puzle. Todo lo percibido tiene matices sutiles, se siente la armonía de seres tan pequeños como una flor o, al pasar junto a un planeta, se puede detectar desarmonía en él. Focalizando tu atención en el objeto, puedes determinar con exactitud qué es lo que ocurre en su interior, dónde se halla la distopía y cómo subsanarla. La armonización perfecta de la energía del tiempo, con respecto al objeto carente de simetría, nos ayuda a equilibrarlo. Esta, es una particularidad de la energía del tiempo que vosotros desconocéis. Los armonizadores somos seres que necesitamos la perfección imperfecta, como solemos llamarla, todo debe estar en el sitio adecuado, pero manteniendo su esencia básica. En todos los aspectos de la vida debe existir armonía y luz, pues de lo contrario, sentiremos la falta de concordancia con la Creación.
Como todos los días, me unía al grupo de trabajo.

En primer lugar, analizábamos las incidencias y descubrimientos del día anterior, todo lo visto y vivido en nuestro reconocimiento. Después de trazar la ruta a seguir en la nueva jornada, salíamos en la nave burbuja para observar la evolución física y energética del planeta. La ruta, a veces sobre la superficie, otras, atravesando la inmensidad del océano nos permitía sentir los cambios que se producían continuamente. Los Atlantes debíamos asistir a una reunión general periódica, donde se exponía todo lo observado por los diferentes equipos de trabajo y de la cual partían los protocolos o las iniciativas pertinentes. Por supuesto, compartíamos nuestras experiencias. Fuimos testigos del nacimiento de multitud de variadas especies pertenecientes a los diferentes reinos: mineral, vegetal, animal y algunos otros que surgirían en el futuro, incluso reinos desconocidos para vosotros. En origen, ninguna especie era dañina o depredadora. Nada proveniente de la madre Tierra podía dañar, enfermar o matar.
Rutinariamente debíamos observar el aire, la tierra, el fuego y el agua; los elementos básicos que marcan el equilibrio y la armonía del planeta, además de dos elementos naturales propios: las energías antagónicas. Dos fuerzas enfrentadas, pero complementarias, que suponen un manantial de renovación energética y de equilibrio para toda la Tierra. Estas fuerzas surgen por todo el mundo y utilizan los cuatro elementos básicos como vehículo para ser dispersadas.
Durante la jornada sobrevolábamos el planeta observando sus maravillas. Al principio, no era raro que surgiese algún sobresalto, que, sin embargo, pronto quedaba subsanado.
El grupo de armonizadores energéticos al que pertenezco, lleva unido desde mucho tiempo antes del nacimiento de esta galaxia y ha realizado su labor a lo largo y ancho de la Creación. He salido de él, en ocasiones, para profundizar en otros dones y capacidades del ser y he vuelto más tarde para continuar con esta labor armonizadora, fundamental para mí. Esto es lo común en esferas de conciencia distintas a la Tierra. El Alma debe pulirse hasta llegar a ser honesta consigo misma. La inquietud del ser, de saber más, de incorporar otros conocimientos debe ser permitida y alentada. Cada especialidad, cada estirpe profesional, funciona de la misma manera. Es un orden nacido para unir criterios, razas, dones, especialidades al completo servicio de la Creación. En cada grupo de trabajo hay seres que pertenecen a distintas familias cósmicas, diferentes razas, pero que tienen la misma capacidad o don.

Todos aprendemos de todos, la unión hace la sabiduría… ¡y la fuerza!
Los grupos suelen estar configurados por cinco seres: uno que ejerce de hermano mayor o supervisor, se trata de un especialista cuya labor es proteger, coordinar y organizar la tarea a realizar; de los cuatro restantes, uno siempre es nuevo y aprendiz y ejerce sus capacidades ampliando su experiencia junto al grupo que le da apoyo; el resto somos técnicos que realizamos el trabajo. Nuestras cinco energías, conectadas, simbiotizadas, reflejan una labor intuitiva y natural, producto de la larga experiencia. En trabajos especiales, que así lo requieran, es posible configurar equipos de diez seres, incluso con diferentes disciplinas o estirpes profesionales, siguiendo siempre la configuración jerárquica anterior.
Siempre estábamos en contacto con otros grupos, de otras especialidades, tanto por pura necesidad de la labor, como por el placer de compartir y trabajar de forma conjunta. Poco a poco, podíamos sentir cómo la hermandad Atlante ampliaba sus solidas bases.
Los cristales de luz, germen de vida, sembrados por los cuerpos angélicos y por nosotros, en la época de la Tierra negra, habían comenzado a dar sus frutos.

Pero sin embargo, aún no podíamos ser conscientes de hasta dónde nos llevaría la unión de la creatividad y amor de la madre Tierra con los cristales divinos.
Hasta aquí el relato de hoy, la próxima semana publicaré un nuevo capítulo del blog Despertar de Conciencia. Muchas gracias.
¡Feliz semana!
Blog Memorias de Atlántida. Mª José Vázquez Uceda
2 comentarios en «ATLANTES»
Precioso Maria José! Muy agradecida por tus relatos vivenciales llenos de Amor, Sabiduría y bondad!
Un abrazo muy fuerte!!
Hola Elena! gracias por tus palabras y por estar siempre ahí. Abrazos y besos!! 😊💕🙌