Jadesh La Atlante nos relata el momento inicial del contacto con un pueblo hermano de la madre Tierra.

CONTACTO

¡Hola querida Alma!

Jadesh la Atlante nos relata el descubrimiento de un lugar extraordinario bajo las aguas oceánicas. El planeta Tierra guarda tesoros de incalculable valor que desconocemos en la actualidad.

Gracias por estar ahí… ¡y un fuerte abrazo!

«EL UNIVERSO ES IMPECABLE, EVOLUCIONA A SU PROPIO RITMO ARMONIOSO, CON PURA FUERZA CREATIVA, GUIANDO CADA MOVIMIENTO.»

Jamie Sams. La medicina de la Tierra.

La vida, al lado de nuestros hermanos de la Tierra, se tornaba cada vez más interesante. Observábamos cómo evolucionaban, percibíamos su enorme conexión con la Creación, con el mundo espiritual. Aprendían muy deprisa.

Nuestra labor como armonizadores energéticos continuaba.

Las exploraciones que hacíamos, tanto terrestres como submarinas, eran favorables y muy alentadoras. La madre Tierra continuaba en su expansión creadora, enamorada de sus criaturas y de la Vida.

Una mañana, después de la habitual reunión en la sede, nos dispusimos para salir. Ese día debíamos explorar el fondo oceánico, guiados por los delfines, a una cierta distancia de Atlántida.

Nos encaminamos hacia la nave burbuja. Una vez en su interior, sin mandos ni motores, solo necesitamos la concentración y atención del equipo para manejarla. Unidos a través de la visión esférica, cada miembro del equipo proyecta su percepción visual al hermano que maneja la nave, que es dirigida con el pensamiento.

Desplazándonos con gran velocidad a ras del océano, los delfines nos guiaban. A la vez, nos ponían al tanto de las novedades y situaciones, de las cuales, eran testigos. Querían mostrarnos algo. En un punto concreto, lejos de Atlántida y a mucha profundidad, habían observado desde hacía tiempo, que existía un vórtice energético de gran apertura y que estaba activo. En ese lugar, ocurrían cosas como: aceleraciones temporales, pérdidas energéticas inexplicables o percepción de energías foráneas, que no pertenecían a nuestro planeta. Esa era nuestra misión aquella mañana, explorar aquel lugar.

Nada más llegar allí, a unos 2.500 metros de profundidad, visualizamos unas montañas de unos 800m de altitud. Era una pequeña cadena montañosa, apenas de tres picos, de claro origen volcánico. Se apreciaban aberturas y cuevas de un tamaño suficiente como para adentrarnos en ellas. Así lo hicimos e inspeccionamos aquel lugar. Percibimos un enorme foco vibracional donde se apreciaba una gran distorsión de la energía, con picos elevados de frecuencia. Desde la nave burbuja pudimos determinar que aquello era un portal dimensional surgido de forma natural durante el mismo nacimiento de la Tierra.

Los delfines nos acompañaban, pero la cueva-portal no estaba cubierta por el agua, a pesar de la profundidad. Era una cámara estanca dentro del océano. A la entrada se apreciaban brillantes amatistas que cubrían las paredes y el suelo. Toda la cavidad se trataba de una inmensa geoda. La esfera se posó suavemente. Pisamos su superficie, percibimos un pulso. El aire, puro, parecía llegar desde algún punto más elevado, como si una ligera brisa nos acariciara, sin embargo, nada conectaba con el exterior. Realmente, aquel, era un lugar extraordinario que debíamos explorar. Accedimos al interior a través de una gran puerta abierta y el aspecto cambió. El suelo era de tierra fina y blanca que, bajo la luz que portábamos, aparecía anaranjada. Las paredes rocosas tenían el mismo color. Percibimos el latido con mayor intensidad y nuestros corazones comenzaron a sincronizarse con él. Al vibrar al unísono, sentimos la necesidad de, allí mismo, sentarnos en círculo y conectar con el lugar. Algo nos llamaba, percibíamos sensaciones profundas y amorosas en nuestro interior.

Llegados a un punto, supimos que era hora de volver a Atlántida.

Lo que ocurría allí era de tal envergadura que otros hermanos especialistas debían acompañarnos en la exploración. Los Maestros debían conocer lo que ocurría en aquel entorno.

El hermano Guardián que protegía aquel vórtice activo y en funcionamiento, nos informó que, al otro lado, había un planeta hermano de la Tierra, otro ente con Luz y Conciencia que por afinidad vibracional se había vinculado con Ella desde su nacimiento. El Amor entre ambos hacía constante su comunicación y generaba una corriente lumínica que viajaba a través de ese vórtice. Le agradecimos la información, subimos a nuestra nave y junto a los hermanos delfines volvimos hacia Atlántida. Por el camino informamos telepáticamente a los Maestros que esperaban expectantes nuestra llegada.


Hasta aquí la primera parte de esta experiencia que, Jadesh la Atlante, nos relata acerca de lo que sería el comienzo del contacto con un planeta hermano y sus habitantes, con los que aún en la actualidad, mantenemos un vínculo de amor y conocimiento compartido.

La próxima semana, de nuevo, mis experiencias acerca del Despertar de Conciencia.

Gracias… ¡y un fuerte abrazo!

Blog Memorias de Atlántida.  M.ª José Vázquez Uceda

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María José Vázquez

Y acompaño a personas que se encuentran en un Despertar de Conciencia

Mi misión es ayudarte a desarrollar tus capacidades, amplificar tu propio conocimiento y comprensión sobre la Vida a través de los Registros Akáshicos, Terapia Fractal

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